Lucas cumplía 4 años y su tía quería regalarle una tarta que tuviera que ver con lo que más le gusta en el mundo: el motocross.
Pensé que quedaría mejor si no la cubría con fondant, para darle un aspecto más real a la montaña.
Le puse unas piedras de caramelo, un poco de hierva hecha con glasa y arena que hice con una mezcla de azúcar moreno y almendra molida.
En un principio pensé hacer al motorista subido sobre la moto, pero al final no pudo ser (ya me advirtió Ángel: ¡que no se sujetaaaa!) y lo puse descansando con su trofeo después de una dura carrera.
A Lucas le gustó mucho y yo disfruté de lo lindo haciéndola. Creo que ha sido la primera tarta en la que no he utilizado el rosa ni ningún color similar.
Espero poder hacer más... ¡A ver si los chicos se animan!