Al final, siempre llega la inspiración (a veces en los sitios menos "glamurosos"), pero se sufre, y mucho.
Esto es lo que me pasó con esta tarta. Mi cuñada, que fue quien me la pidió, me bombardeó con un montón de ideas, que puestas todas juntas, eran un... mezcloche (no se me ocurre otra palabra) que no había por donde cogerlo.
Había algo que debía aparecer si o si: los girasoles. Además, como a Carmina le gusta cuidar su huertecito, también había que ponerlo.
Al final quedó una tarta muy bonita, y lo más importante, a Carmina le gustó mucho.
Me han contado que se quedó un par de girasoles de recuerdo. Eso es que le gustaron de verdad...