Lusy tenía que aparecer en la tarta, así que la puse junto a Uki, manchando una hoja, como si también estuviese escribiendo.
También puse una libreta y un libro como si lo hubiese escrito Uki (de hecho lo está escribiendo). Además, lápices, hojas de papel y libritos... creo que a las dos nos pasa lo mismo, que entramos en una papelería y nos volvemos locas.
La tarta fue una sorpresa. ¡Su madre apareció en el colegio con ella para que se la comiera con sus compañeros de clase! Y vaya si se la comieron, ¡la destrozaron!, aunque salvaron a Lusy.
Uki, no pierdas nunca ese amor por los libros y por la escritura. ¡Felicidades guapísima!